Los discípulos
en Sais
es la obra más enigmática de Novalis, el iniciado. A pesar de estar inacabada,
los dos fragmentos que han llegado hasta nuestros días, comprenden un
razonamiento extenso y profundo del hermetismo, que intenta lograr un
entendimiento de la naturaleza y sus misterios. Bajo la alegoría del dialogo
entre los discípulos de una hermandad que peregrina hacia el templo de Isis,
situado en la antigua ciudad egipcia de Sais, Novalis concibe la existencia de
los tres reinos (mineral, vegetal y animal) como el producto de una misma
esencia -invisible e indeterminada- que puede ser percibida en todos y cada uno
de ellos.
La
historia narra que en el interior del templo, los discípulos encuentran una
estatua de Isis cubierta por un velo. Este velo, simboliza el profundo misterio
que oculta la naturaleza: el Espíritu
Universal. Solo después de un largo y difícil aprendizaje, los discípulos
podrán descorrer el velo de la diosa, es decir, conocer el orden del universo y
las leyes que lo rigen. Entonces, podrán comprender que dentro de todas las
cosas creadas, existe una sustancia edénica y
primordial que puede ser manifestada en el mundo material si se crean
las condiciones necesarias.
Novalis
usa la poesía para romantizar a la
naturaleza y el espíritu, usando la palabra como una herramienta para hacer
visible lo invisible.
«Los seres humanos recorren diferentes caminos. Aquel que emprenda la ruta y los compare, descubrirá formas que pertenecen a una gran escritura cifrada que se encuentra en todas partes: en las alas de las aves, en la cáscara del huevo, en las nubes, en la nieve, en los cristales... Parece, que de toda esta escritura sería posible extraer con cierta facilidad una gramática. Pero no es así. Alcanzamos apenas un presentimiento de lo que significa esta escritura de la naturaleza, y enseguida lo perdemos. Como si un hechizo paralizase el entendimiento de los hombres. Sus deseos, sus pensamientos, no se condensan más de un instante. Sus intuiciones afloran, pero poco después todo vuelve a presentarse inexacto ante sus ojos».
Es
necesario pues, entender la naturaleza si se quiere llegar a alguna parte. Pero no de la forma común en como la conocemos o razonamos, si no, la naturaleza oculta
de todo lo que nos rodea y que se vuelve inteligible; solo para los
iniciados.
El
que no lo desee, el que no tenga la voluntad de levantar el velo, no es un
verdadero discípulo digno de entrar en Sais.
Roburus,
Artista Hermético