Después
de haberte demostrado que los Filósofos no se queman los dedos al preparar su
piedra y que utilizan un fuego distinto al vulgar, te haré ver por comparación
la diferencia que hay entre uno y otro:
1º)
En primer lugar, el fuego de los químicos es vulgar y conocido por todos,
mientras que el nuestro se hace siguiendo el arte y es difícil de encontrar.
2º)
Su fuego es elemental, en cambio el nuestro es natural a la vez que vivificante
y celeste.
3º)
Su fuego es activo, caliente y seco, pues lo preparan con madera, aceite o
carbón; por el contrario el nuestro es caliente, seco y húmedo, y más
espiritual que material.
4º)
Su fuego no hace nada sin ser alegrado por el aire, pero el nuestro no hace
ninguna operación sin estar encerrado; incluso debe estar encerrado en un vaso
tal que le impida sufrir ni la más mínima acción del aire.
5º)
Al fuego de los químicos no se le puede gobernar adecuadamente, pues se apaga y
desaparece cuando le falta materia combustible; mientras que el nuestro ejecuta
perpetuamente su infinita operación, en efecto, se mantiene a sí mismo sin
necesidad de nuestras manos, e irradia y circula nuestra materia por medio del
vapor espiritual.
6º)
El fuego de los químicos es activo, operativo, caliente y seco; su primera
calidad es consumir y destruir todo aquello en lo que actúa. Esta verdad se
demuestra claramente de la siguiente forma: el más suave de todos los fuegos,
el baño-maría, en el que se pueden cocer huevos, destruye los gérmenes de todas
las cosas, sus demás fuegos son mucho más fuertes y pueden hacerlo más rápido y
con mayor seguridad. En cuanto a nuestro fuego calienta suave y lentamente
nuestra preciosa materia, la cuece por medio de una irradiación continua, la
conserva, la congela y la humecta, la nutre y aumenta su virtud. En suma, el
fuego filosófico es absolutamente diferente al de los químicos.
7º)
El fuego de los químicos es violento y corrosivo, más el nuestro es suave, benigno
y natural, encerrado, dorado, vaporoso, circulante, envolviendo la materia,
continuo, templado y tan nutritivo y vivificante como celeste. He aquí lo más
admirable del fuego filosófico: Es del todo semejante a la materia de su piedra
y extraído, por medio del arte de un escondido secreto, de la purísima
sustancia de sus vísceras. Este fuego es el verdadero baño-maría de los
Filósofos. El secreto de su preparación está tan escondido como la materia
misma de la piedra filosófica, pues la ciencia de uno comprende el conocimiento
de la otra.
Filósofo anónimo
Diferencia entre el fuego de los
filósofos y el fuego vulgar
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