En
febrero se completó al análisis de las tres vías húmedas universales: universalísima,
universal
y menos
universal. Creo que ahora es un buen momento para continuar con la exposición
y analizar la Vía Seca Universal, siguiendo el orden propuesto por Teófilo.
Vamos
primero a hacer una pequeña acotación sobre el término seco. Los estudiosos de arte moderno han propuesto numerosas
interpretaciones sobre lo que significa la dicotomía seco-húmedo. Algunos
mencionan que la diferencia radica en los materiales de laboratorio a utilizar,
otros en las temperaturas requeridas para la obra, otros, incluso, hacen hincapié
en la cantidad de dinero que se ocupa gastar. Personalmente me decanto por una
interpretación que radica en el carácter de las operaciones. La personalidad de
las primeras vías es húmeda, las operaciones son de carácter húmedo, las
substancias a utilizar son en su mayoría líquidos, etc. La vía seca, tiene una
personalidad distinta, aunque por supuesto, eso no quita que se usen “aguas” y
materias que a primera vista, sólo a primera vista, podemos entender como
líquidas. Teófilo nos dice:
“Esta vía seca tomó su denominación del
agua mineral con que se hace la operación filosófica; la que, desde el
principio hasta el fin de su preparación, no muda su naturaleza ni cualidad
exterior de ser una agua opaca, o que no se transparenta, y que no moja las
manos aunque se toque con ellas”.
Ahora,
esta “agua seca” no es ningún
misterio. Se puede obtener de dos formas:
“Esta agua se prepara de dos modos. El uno
se llama Mercurio simple de los filósofos, cuando se toma el Azogue –que es el
mercurio vulgar– y, depurado y sutilizado filosóficamente, se hace Mercurio de
los filósofos”.
Como se
puede ver, esta es la controvertida vía que utiliza mercurio vulgar (Hg) para
obtener nuestro disolvente. Basta trabajarlo según operaciones filosóficas de
sobra conocidas –varias de las cuales describimos en los análisis anteriores–
para llevarlo a su perfecta purificación.
“El otro es el Mercurio, vulgar y sacado
de los metales, impregnado del azufre metálico con lo que se hace duplicado,
animado y acuido por el fuego, y que, perfeccionado con otras operaciones
filosóficas, se llama el Mercurio Duplicado de los Filósofos”.
Nuestro
colaborador Albus nos ha dejado, como en otras ocasiones, algunos comentarios
sobre los anteriores tratamientos:
Albus: La mencionada “agua seca”, no es ni más ni
menos que Nuestro Mercurio Filosófico. Sin embargo, vale aclarar algo en esta
denominada “Vía Universal Seca”: no es exactamente tan “universal” como se
dice, puesto que las materias primas de la que se vale para llegar al Sujeto
están ya de por sí determinadas. No se puede universalizar por sí mismo lo que
nació ya determinado, esto es, el Mercurio y Azufre que se preparen serán de
plena efectividad solamente en este Reino.
En cuanto a las maneras de preparar esta
“agua seca” o también llamada “agua mineral”, las formas indicadas son dos. El
primer caso que Teophilo trata, es el llamado “Mercurio animado”, que es más
bien un procedimiento espagírico antes que alquímico. Consiste básicamente en
depurar el mercurio vulgar de su contenido corrupto, esto es, de la parte
“terrosa”, como dice San Alberto Magno, o eliminar su “azufre malo”, como
indica Basilio Valentín en sus diversos textos. Purificado de estas impurezas,
se llega al Mercurio Filosófico. Y por otro lado, tenemos el agua seca que se
prepara por extracción del Mercurio metálico de las distintas sales de los
metales menos nobles (plomo, estaño, cobre, hierro, etc.). Una vez purificado
este mercurio metálico, se hace la conjunción con el Azufre metálico también
extraído y purificado de otros metales. De esta manera, se obtiene el Mercurio Doble
o Duplicado o Rebis o Hermafrodita, etc.
Finalmente, y aunque pareciera no ser el
deseo del Autor del texto decirlo abiertamente, esta Vía es por lo general
identificada como “Vía del Antimonio”, porque todos los Principios Filosóficos
a obtener suele ser extraído de la Antimonita o Stibium , que es llamada “el
Plomo de los Sabios” o Antimonio, y el cual no se identifica con su Régulo.
Continuando,
una vez descritas las maneras de obtener nuestra buscada substancia, Teófilo
nos previene de la siguiente manera:
“Estas operaciones se deben entender con
la advertencia de que, sea cual sea modo en que esta agua seca sea dispuesta y
manipulada, si no fuere preparada y adaptada según la doctrina de los
filósofos, de ningún modo será legítima esposa”.
Si
logramos que esta esposa sea legítima, pura, puede celebrarse el matrimonio con
el rey –de los metales. Si no logramos, trabajamos en vano, pues el oro no será
abierto:
“Sin este requisito, aunque ambos se
junten y abracen en el trono reluciente –para que mediante el fuego y las
operaciones del artífice se les obligue a consumar el matrimonio– nunca la
esposa… podrá atraer su voluntad y lo intrínseco de su corazón; y mucho menos
le podrá persuadir a la intromisión del semen aurifico, sin el cual en vano
esperará el artífice que haya de nacer aquella regia prole”.
Si
logramos obtener un buen Azogue, éste logrará abrir el oro, obtener su
substancia primera, someterla y hacerla pasar por los colores clásicos de la
obra, concluyendo con la piedra trasmutatoria:
“Pero, si antes de la unión, según los
preceptos del Arte Hermético, fuere esta esposa curada… y con mucha perfección
limpiado su útero (el que tiene sucio y lleno de un semen impuro), quitándole
también algunas partes crasas de su cuerpo, y atenuando otras, volviéndola toda
espiritual… [Restaría sólo] calentarla con el… semen y espiritual fuego,
entonces, [el oro], introducirá en ella su esperma y, abrazado con ella,
padecerá desmayos, angustias y sudores de muerte, que se dejarán ver en el
color negro de la operación… En este tiempo será favorecido de su esposa con leche
virginal… hasta tanto que, recuperando sus fuerzas, resucite rey triunfante y
coronado siete veces, capaz y poderoso de coronar como reyes a todos sus
hermanos”.
Albus: No hay mucho que aclarar, pues más
resultaría oscurecido este pasaje tan simple. Solo nos dice que el Mercurio Filosófico
obtenido debe ser vertido sobre el Oro vulgar purificado (estimo yo que al
grado de “Manto púrpura” o “Crocus escarlata”) para que sea extraído
primeramente el Azufre perfecto del oro y se haga luego su conjunción que lleva
directamente a la Piedra Filosofal.
Finalizando
su exposición, Teófilo honra al filósofo de quien aprendió el proceder de esta
vía: “Y en esto tienes, lector, distinguida de todas las demás, la vía seca
universal, que es la que enseña nuestro Philaletha, y de quien poseo algunas
noticias y experiencias”.
Eso es todo,
aquí termina el análisis. Sobre la vía seca, hay que decir que no tiene
subdivisiones como la vía húmeda, pero sí tiene una variante particular –no
universal–, de la cual quizá hable después.
Gracias.