Recientes debates me han llevado a prestar atención, una vez más, a las implicaciones que citas como
estas
nos sugieren. Lo anterior me hizo recordar que hace un tiempo traduje una parábola
del Splendor Solis, del capítulo tercero, la cual paso a compartir aquí. A la
luz de nuevos descubrimientos, el presente fragmento se vuelve importante para
comprender en profundidad la naturaleza y las posibilidades que ofrece al
estudioso del arte.
“Dios
creó la Tierra plana y gruesa, y muy productiva de grava, arena, piedras,
montañas y valles, pero a través de la influencia de los planetas y el trabajo
de la naturaleza, la Tierra ha sido cambiada a muchas formas. Allá afuera hay
duras piedras, altas montañas y profundos valles, y extraños colores y cosas se
encuentran dentro de la Tierra, así como, por ejemplo, los minerales y sus
principios. Y con estas cosas, la tierra ha devenido de su forma original de la
siguiente manera: donde la tierra comenzó a crecer o extenderse y multiplicarse
la constante operación de Sol-calor de igual manera formó en el interior de la
Tierra un sulfuro vaporoso y húmedo calor, penetrándola por completo. Este
trabajo de penetración por parte del calor del Sol causó en el frío y húmedo de
la Tierra la formación de grandes cantidades de gases, vapor y niebla, todos
los cuales crecieron con el trascurso del tiempo con la fuerza suficiente para
seguir su tendencia a emerger, causando en la superficie de la Tierra
erupciones, formando a su vez colinas y valles. Donde se encuentran dichas
colinas y valles, ahí la Tierra ha sido madurada y muy perfectamente mesclada
con el calor y el frío, humedad y sequedad, y ahí las mejores menas son
encontradas. Pero donde la tierra es plana no ha habido esa acumulación de
dichos gases y vapores y ninguna mena será encontrada mientras la parte alta
del suelo se encuentre en especial limosa, arcillosa, grasosa y saturada con
una humedad de lo alto; hasta que se suavice de nuevo, formando capas pastosas,
una sobre la otra, en las que en el trascurso del tiempo, bajo la influencia
del calor del Sol, se vuelvan más y más firmes, duras y horneadas. Otro suelo
como grava y arena, frágil y aún suave, colgados juntos como uvas, es demasiado
pobre y seco, y no ha recibido suficiente humedad; consecuentemente no puede
formarse así mismo en capas, sino que permanece lleno de agujeros, como una
papilla mal preparada o como una masa harinosa que no ha sido suficientemente
empapada, porque la tierra no puede convertirse en piedra a menos que se
enriquezca, embeba y sea perfectamente mesclada con humedad.
Después del secado del agua por el calor
del Sol, la sustancia grasosa mantendrá el suelo unido; de otro modo será
frágil y se fragmentaría de nuevo. Aquello que no se ha vuelto perfectamente
duro aún, puede hacerlo y convertirse en piedra bajo las constantes influencias
del calor del Sol y Naturaleza, como los mencionados gases y vapores originados
en las propiedades de los elementos, los cuales, por estos medios, son aún
tratados en el interior de la tierra, y cuando se apoderan de los vapores
acuosos con una térrea sustancia pura y sutil, entonces forman el Mercurio
filosófico; pero cuando son sólidos y vueltos a una térrea, fogosa y sutil
substancia, entonces el azufre filosófico será el resultado.