En este artículo abordaré varios temas referidos a
los trabajos de la filosofía natural enfocados en el reino animal, un tema que,
he de admitir, me apasiona. Iniciaré hablando de algunas diferencias entre
Alquimia y Espagiria, pues son importantes para comprender ideas posteriores.
Más adelante abordaré el concepto de lo que normalmente se entiende como “piedra”
animal. Después, pasado a la práctica, mencionaré las características de los
productos espagíricos del reino animal, y continuaré con un par de ejemplos o
recetas breves e ilustrativas. Para finalizar, expondré algunos argumentos que
llamen a pesar si los trabajos con el reino animal pertenecen de hecho a la
Espagiria o más bien a la Alquimia.
Teoría
A desprecio del título que he escogido para esta
entrada, un trabajo sobre el reino animal, por común definición, está más
relacionado con la Espagiria que con la Alquimia. Esta cuestión no está del
todo clara y de eso hablaré hacia el final del artículo, pero ahora quiero
aclarar algunos conceptos técnico-filosóficos sobre las diferencias que hay
entre estos dos artes.
Espagiria
Por lo general, se tiene una noción bastante
acertada de qué busca la Alquimia, pero el término Espagiria es poco conocido y
mal comprendido. La Espagiria busca crear medicinas, y en este sentido es similar
a la alquimia; pero mientras ésta está envuelta con un aura sobrenatural, la
Espagiria es muy humilde en sus aspiraciones. Dichas medicinas se extraen de
alguno de los tres reinos, casi siempre del reino vegetal, de plantas que ya de
por sí son medicinales, las cuales son trabajadas de tal manera que resulta un
producto muy poco corriente. Pero estos productos no son milagrosos; no
trasmutarán metales en oro, ni devolverán la juventud adolecente a un anciano,
como sí afirma poder hacer la alquimia.
Lo anterior se debe al camino que
sigue cada disciplina para obtener sus medicamentos. Los alquimistas buscan
hacerse con un solo principio del cual se habla aquí
y aquí.
Esta substancia es inefable y ajena a varias leyes físicas. Por sí misma es
Mercurio y produce el Azufre y la Sal. Tiene el poder de reducir toda materia
a sus elementos constituyentes. El espagirista no cree en esta posibilidad, se
contenta con purificar materias concretas ya constituidas. Su Mercurio, Azufre
y Sal se extraen de orígenes muy distintos y son purificados y puestos juntos
en concordancia con las leyes químicas.
Con el fin de obtener su especial
substancia, los alquimistas exprimen la naturaleza, abren y penetran la
materia. De forma distinta, los espagiristas separan la materia en diferentes
estados, obteniendo un volátil, un líquido y un fijo. Otra diferencia es que el
espagirista vuelve a unir lo que ha sido separado mediante el fuego; por otro
lado, la unión alquímica se hace con la misma substancia sobre sí misma, sin
requerir ninguna ayuda. Esta unión sobre sí misma, alimentada a sí misma,
vuelta en su Azufre generado y luego fijada, abre las puertas a la gran obra y
la piedra filosofal. En cambio, la “piedras” espagírica –cuyo nombre correcto es
quintaesencia– es una tintura
solidificada, formada por la unión de los tres principios ya mencionados.
Piedras animales
Y es de las piedras
animales de lo que quiero hablar hoy. Los seres pertenecientes al reino animal
son entes materiales concretos, por lo tanto, el Espíritu
Universal que los anima y los sustenta está determinado
a dicho reino. Sobre este argumento decimos que cualquier trabajo emprendido en
esta dirección –o al menos la mayoría– está más próximo a la Espagiria o a los
particulares, concepto del que ya nos habló nuestro colaborador Albus aquí.
Ahora, he de señalar que la
conclusión anterior –si es que es cierta– no desprestigiar estas vías, las
cuales, a mis ojos, son harto interesantes. Uno de sus atributos más atractivos
es el hecho de que, a pesar de no contituir una medicina universal, no deja de
ser perfecta para curar enfermedades de su propio reino, pudiendo sanar con
facilidad a seres biológicos –como nosotros.
Otro atributo bastante sugestivo
es que, al igual que con la Espagiria vegetal, el producto final rescata las
cualidades del sujeto trabajado. Lo anterior significa que, según el animal
seleccionado, el producto gozará ya de unas u otras propiedades atribuidas a la
esencia, virtud o cualidad del animal en cuestión.
Finalmente quiero señalar una
ventaja en mi opinión muy importante, y es la salubridad que guardamos al
trabajar con animales; no tenemos que lidiar con disolventes químicos, ni
extractos corrosivos. Recordemos que incuso el mismo Mercurio Universal es
venenoso si no se trabaja correctamente.
Y teniendo en mente todo lo anterior, sólo restan
las preguntas referidas a cómo y con qué operar.
Práctica
Al trabajar con animales buscamos generar una
medicina, esta medicina es constituida a partir de la fuerza o virtud de la que
se constituye el cuerpo del animal. Así, son muy evidentes las materias con las
cuales operar. Descontando a las plantas y a las bacterias, cualquier ente
biológico puede ser trabajado.
Se
pueden tomar los huesos y atacarlos con menstruos menores, como espíritu de
vinagre; de esta forma se destilan esencias de hueso, muy buenas para la salud.
Habrá quien por ejemplo hace algo similar, pero con un órgano en específico, ya
el hígado, el corazón, etc. Otros directamente destazan a la bestia y atacan de
la misma manera todas las partes del cuerpo, para al final unir los productos
en un solo concentrado que engloba al animal entero.
A
mí, en lo personal, todo lo anterior me parecer muy engorroso, así que me
decanto por un modo de operar más sobrio, cuyo único sujeto me guardo de
mencionar explícitamente, aunque a esta alturas creo que es obvio. Se podría
decir mucho sobre su virtud; filósofos clásicos pensaban de hecho que el alma
tenía su receptáculo en esta substancia.
Pero no diré más, pues hasta en
el ejemplo que menciono hacia el final, el autor se guarda de mencionar al
sujeto abiertamente. Pero antes de pasar a ello, quiero exponer aquí un pequeño
resumen que hice de las operaciones básicas aplicables en esta vía. No es sino
un modo de operar, uno en particular muy representativo de las operaciones
típicamente espagíricas; se podría decir que es casi arquetípico, a pesar de su
simpleza.
Antes de
empezar, el sujeto ha de ser separado
en dos porciones.
Una
mitad es puesta a fermentar, y una vez ha fermentada, se filtra y es puesta a
destilar con calor suave. Haciendo de esta forma, un espíritu se volatilizará y será el Mercurio del sujeto. Sólo resta purificarlo, rectificarlo mediante
repetidas destilaciones de sí mismo.
La otra
mitad es filtrada y puesta a circular durante uno o más ciclos lunares. Habiendo
sido digerido de esta forma, el sujeto es filtrado y puesto a destilar sobre un
calor suave, con lo cual, una flema
empezará a volatilizarse.
Hay
que cohobar y volver a destilar dicha flema
varias veces hasta que, junto con ésta, comience a volatilizarse también una
esencia muy espiritual. Ambas se canalizan
hacia a una retorta para separar la flema
de la esencia, la cual es el Azufre
del sujeto.
La flema que fue separada en la retorta es
vertida sobre las heces que quedaron
atrás en el destilador. Esta conjunción se filtra y se pone a evaporar, tras lo
cual deben emerger pequeños cristales. Estos son la Sal obtenida a partir del
Azufre, la cual hay que unir con la Sal obtenida a partir del Mercurio,
calcinando las heces que éste dejó atrás en un principio. Ambas son la Sal del sujeto.
Por
último, con el fin de purificar dicha Sal, ésta ha de ser lavada con agua
destilada, filtrada y secada por evaporación, una y otra vez.
Sólo resta unir los tres principios por medio del
calor para tener listo el producto final, una
tintura animal muy potente para sanar las enfermedades del reino.
El siguiente ejemplo es más ambicioso y difícil de
realizar; contempla la fabricación de una piedra animal. El texto lo traduje de
Art of Spagyric Medicine de John
Pharamunrd Rumelius, científico alemán que vivió a principios del siglo XVII.
Aquí, el término “agua de mar” hace referencia al sujeto con el cual trabajar,
el cual, ciertamente es obtenido a partir del reino.
“Toma
algo de Nuestra Agua de Mar –debe estar limpia y saludable– y separa 40
medidas (cuartos). Por un mes, déjala en la oscuridad, sobre un calor suave,
así que pueda pudrir apropiadamente. A más tiempo permanezca así, más espíritu
entregará.
Destila
entonces con calor de cenizas y un espíritu fuerte como el fuego se
volatilizará. Este espíritu debe ser adecuadamente rectificado y vertido de
nuevo sobre la masa negra que dejó atrás, luego vuelto a destilar, subiendo el
calor de grado en grado.
Una
bella sal cristalina aparecerá en la cabeza [del destilador]. Rectifícala y
guárdala bien, pues de otro modo se esfumará.
Calcina
el cuerpo que ha quedado hasta que tenga un color café, luego extrae su sal
fija blanca junto con su flema.
Destila
un espíritu a partir de esta misma sal, sobre la cual debes verter gota a gota
el primer espíritu volátil vuelto agua, lo cual causará fuertes rugidos.
Ahora
remueve la flema, gentilmente, a abaño maría. Al fondo del vaso habrá quedado
una goma blanca, la cual ha de ser puesta en el huevo filosófico a cocer, con
el calor de un baño de vapor, hasta que se congele en una piedra de trasparente
color rojo rubí.
Ésta,
con una dosis de seis a doce gramos, curará todas las enfermedades externas e
internas. Así como el imán atrae el hierro, así esta piedra atrapa todas las
enfermedades sulfurosas y alivia los dolores de todas las partes del cuerpo.
Cura lepra, gota, cálculos, sífilis, parálisis, hidropesía, tisis, cáncer, y
toda enfermedad empedernida.
La
pequeñez del intelecto humano no alcanza a comprender ni a apreciar la virtud
de los medicamentos preparados por medio del Agua Microcósmica, pues
en ésta está oculta la cura para todas las enfermedades…”.
De la Espagiria a la Alquimia
Del fragmento anterior podemos rescatar varios
puntos muy interesantes. El primero es la volatilización de sales, operación poco
común en la Espagiria contemporánea. También vemos que la metodología se parece
mucho a una vía húmeda universal con rocío, si tomamos de forma un poco más
literal el término “nuestra agua de
mar”. Pero lo verdaderamente sugestivo está en la sutileza del mismo término “nuestra agua de mar” y “agua microcósmica”, donde se hace referencia
a una acotación que hace el autor de libro: “La piedra animal… es preparada
según el modo espagírico con el bálsamo
de un hombre sano”. ¿Cuál es este bálsamo? A estas alturas del discurso se
hace obvio, es aquel del que nos haba el muy considerado Sigismon Bacstrom en
sus Aforismos Rosacruces.
“Nuestro
Imán para atraerlo [al Espíritu Universal] es el hombre, y principalmente, en
los meses de Marzo, Abril y Mayo, con el Sol en Aries y Tauro, cuando se
encuentra abundante en la xxxxxx del hombre sano. Durante esta estación, rl Espíritu del Universo reside ahí abundantemente,
universalizado e inespecífico.
Hadamah
significa el primer hombre o tierra roja [del hombre]… En el Hadamah reside
oculta la xxxxxx que
es el precioso fluido donde mora el Espíritu Universal…”.
Recomiendo leer el resumen que hice de los Aforismos
Rosacruces aquí,
pues este texto es imprescindible para llevar estas prácticas de la Espagiria a
la Alquimia. Bacstrom nos pone en el camino al decir que “reside ahí
abundantemente, universalizado e inespecífico”… Y es entonces cuando inicia el
debate donde a ésta aseveración se contrapone la opinión mencionada párrafos
más arriba, la cual hace referencia a la determinación del Espíritu Universal
en una substancia del reino, anclando el tema en la pura Espagiria.
Cabe
resaltar que tal debate no sólo aplica a la mencionada sustancia, pues las otra
parte del animal necesitan de menstruos para ser disueltas, pero esto no las
excluye del ámbito alquímico, siempre que dicha división se realice mediante el
disuelven universalísimo.
Es una disertación con varios
ángulos. Le planteo estos argumentos a los lectores; apreciaría cualquier
comentario.
Doy por terminado este artículo
el cual, por cierto, me ha costado bastante concluir. Espero haber plantado
algunas ideas en los estudios del arte que leen este sitio. Más adelante
seguiré publicando trabajos sobre el reino animal.
Syrus
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