Nota: Ofrecemos
una disculpa a los lectores; este ensayo ya había sido publicado completo en
formato PDF, pero debido a un problema de discreción, el autor decidió que era
mejor retirarlo, salvaguardando la nobleza del arte para únicamente los
verdaderos y honestos estudiosos. Al final se arregló que el ensayo se iría
publicando en partes, pero si alguien está seriamente interesado, puede
escribirnos al correo del blog
y exponernos sus razones. Gracias por la comprensión.
Syrus
Ensayo dedicado a
los amigos del arte de Opus Magnum y Ars Magna. Para su
debate grupal, a pedido de los mismos.
Comentarios al tratado Recreaciones Herméticas
Introducción
Este interesante y
atractivo texto del siglo XIX tiene a muchos de nuestros Amigos del Arte
inquietos, e incluso ofuscados, en la tarea laberíntica de la interpretación de
la literatura hermética, como si nuestra Ciencia Magna no fuese ya de por sí un
camino lleno de oscuridad. Por esta razón, sintiendo en mí el deber de
ayudarles con su cometido y que permita una salida más pronta, es que escribo
este breve ensayo, sabiendo muy bien que siempre puede estar sujeto a las más
variadas críticas.
En
este breve análisis del respectivo tratado, voy a exponer en la Primera Parte
que el autor del mismo desarrolla la vía húmeda universal tradicional; en
segundo lugar, trataré de establecer un paralelo con el tratado del maestro
Cyliani, resaltando los puntos que tienen en común y también aquellos en los
que difieren; por último, me detendré a detallar con escrupulosidad el proceso
indicado desde la preparación del Disolvente universal hasta llegar a la
Medicina Universal. En la Segunda Parte me detendré a analizar la preparación
del Azufre Filosófico, y las restantes fases del Magisterio hasta su
conclusión, incluida la multiplicación y una reseña a los Particulares que el
tratado enseña a fabricar.
Por
cuestiones de discreción y respeto a la larga tradición, el desarrollo de la
exposición no seguirá el orden indicado, pero para quienes estudian con mucho
énfasis están continuamente deleitándose con la literatura hermética y abrazan
en sus corazones la teoría alquímica, no puede traerles ningún inconveniente.
Espero
que estas palabras sean de agrado y de gran provecho.
“UNA SOLA MATERIA,
UN SOLO VASO,
UN SOLO FUEGO,
UNA SOLA
DISPOSICIÓN.”
La Materia Prima y la Primer Materia (o Sujeto del
Arte). “Una materia”.
Como primer punto,
siempre en la mayoría de los tratados alquímicos acontece que la primera
cuestión a resolver es el que concierne a la materia a utilizar en la
respectiva vía.
La
interrogante que se presenta deviene todavía en un problema mayor cuando los
filósofos tienden a generar confusión y controversia (siempre en la invocación
del debido respeto al “juramento de mantener en silencio el secreto divino” que
conlleva la Ciencia de Hermes) cuando designan a la materia a manipular con
términos vulgares, donde pueden coincidir o no la Materia Prima con la Primer
Materia o Sujeto del Arte.
De
manera particular, viene al caso que el mismo texto lo aclare y advierta a los
lectores: “los antiguos, celosos de su secreto, han hablado de la materia bajo
sus diversos aspectos […]. Han confundido el sujeto de la filosofía con su
materia prima, que no se tiene más que tras mucho tiempo y arduos trabajos”.
La Primer Materia o Sujeto de la Filosofía.
Por lo general,
los autores de los escritos herméticos comienzan dando pistas acerca de la
materia indispensable para el trabajo hermético y sin la cual los milagros
nunca acaecerían.
Específicamente,
ya adentrándonos en el texto de R.H., podemos encontrar las siguientes
indicaciones:
1-
“[…] a fuerza de buscar, algunos por fin lo han encontrado: pero al no
encontrar nada en la naturaleza capaz de disolverlo, pese a su simplicidad, y
no pudiendo extraerle los elementos por ningún otro método, se les ocurrió
subir hacia su fuente común; habiendo bebido en ella, llegaron por fin,
felizmente, a la meta de su designio”.
2-
“Por lo tanto, este seguro de que sin el agua ígnea compuesta por la luz pura
del sol y de la luna le será imposible vencer los numerosos obstáculos que se
multiplicarán incluso a su vista, […], esta agua que algunos llaman con razón ‘espíritu
universal’ […], es de una virtud y penetración tan grande, que todos los
cuerpos que son tocados por ella vuelven con facilidad su primer ser”.
3-
“Ya he dado a conocer que no era el agua de lluvia ni de Rocío lo conveniente
para esta operación; […], sino un agua admirable extraída con astucia de los
rayos del sol y de la luna”.
4-
“Bruno de Lanzac dice sabiamente que el fuego vive del aire y que hay que
buscar el azufre de los sabios en los lugares donde más abunda el aire, porque
él llama a esta agua, indiferentemente, azufre o mercurio, ya que contiene a
ambos y goza de sus propiedades”.
5-
“[…] por consiguiente, la luna es el receptáculo u hogar común del que todos
los sabios han oído hablar: es la fuente de su agua viva. Por tanto, si se
quiere reducir a agua los rayos del sol, elige el momento en que la luna nos
los transmite con abundancia, es decir en el plenilunio o muy cerca del; de
esta forma tendrá el agua ígnea de los rayos del sol y de la luna en su mayor
fuerza”.
6-
“[…] se puede comenzar el trabajo tan pronto como el sol se ponga, y
continuarlo durante toda la noche; pero hay que parar al amanecer, pues su luz
dispersa el espíritu y no se recogen más que una flema inútil y nociva”.
7-
“Sepan, no obstante que siendo el espíritu astral el padre putativo de la
piedra, hay que recoger una gran cantidad de él. Esta cosecha no puede hacerse
de una sola vez, por esto se empleará todo el tiempo que dure el trabajo, que
es de tres años, por lo menos. […]. Volvamos al principal sujeto de la
filosofía”.
8-
“Todos los sabios están de acuerdo en decir, y es una verdad incontestable, que
la obra se hace de una sola cosa a la que no se añade nada extraño en la que no
hay que quitar más que las inmundicias y lo superfluo”.
9-
“[…] ignoran que, desde el comienzo y el fin del trabajo, nuestra materia es
doble; quiero decir que tiene un agente y un paciente sin los que no habría
acción alguna en el vaso; que el agente hace el papel de macho y el paciente el
de hembra, y que ambos juntos, aunque separados por su naturaleza, no
constituye más que un solo cuerpo, llamado a tal efecto Rebis o dos cosas en
una”.
10-
“Ferrare describió este objeto como una piedra que no es tal, que es dura y
blanda y que no tiene precio. […]. Bruno de Lanzac: ‘elegid, dijo, una materia
que tenga brillo metálico’ y a esto añadiré: que no sea metal ni mineral; de
otra forma no serviría de nada. Sabréis por lo demás que el brillo no es más que
el sello de la materia y lo que la revela a los ojos del sabio…”
En
estos fragmentos citados, me he tomado la molestia de distinguir (señalados en
cursiva) con rigor la verdadera Materia del Magisterio de Hermes, esto es, el
Sujeto del Arte, que ha recibido distintas denominaciones a través de los
siglos y por los mismos autores herméticos, y que sin embargo todos ellos han
coincidido en la descripción de los mismos caracteres de este cuerpo
indispensable. Nuestra Gran Obra, entonces, no puede ser llevado a buen término
sino por lo que en la mayoría de los tratadistas se encuentra con las
denominaciones de: “Anima Mundi”, “Spiritus Mundi” o “Espíritu Universal”, y de
manera más clásica, “nuestro Mercurio”.
La Materia Prima
El tratado en cuestión
tiene la particularidad de no hacer énfasis en la caracterización de la materia
prima; sencillamente se limita en su mayor parte a descartar las distintas
hipótesis que puedan cumplir el papel de ésta (rasgo típico de toda la
literatura alquímica).
Sin
embargo, una lectura más profunda e integral, permite discernir la materia
prima “portadora” de la primera materia. Para llegar a esta conclusión se debe
tener una noción básica de cómo en otros libros la misma vía es explicitada y
trabajada.
Las
pistas para aclarar este punto tan esencial se encuentra, a mi modo de ver, en
los siguientes fragmentos del tratado:
“Todo
el mundo sabe hoy que la luz que nos envía la luna no es más que la que recibe
del Sol, a la que viene a unirse la luz de los otros astros. Por consiguiente,
la luna es el receptáculo u hogar común del que todos los filósofos han oído
hablar: es la fuente de su agua viva. Por tanto, si usted quiere reducir a agua
los rayos del sol, elija el momento en que la luna nos los transmite con abundancia,
es decir, en el plenilunio o muy cerca de él: de esta forma tendrá el agua
ígnea de los rayos del Sol y de la Luna en su mayor fuerza”.
“Pero
aún hay que cumplir determinadas disposiciones indispensables, sin las cuales
no se obtendría más que un agua clara e inútil”.
“No
hay más que un tiempo apropiado para hacer esta cosecha de los espíritus
astrales. Este es cuando la Naturaleza se regenera, pues en esta época la
atmósfera está completamente llena del espíritu universal. Los árboles y las
plantas que reverdecen y los Animales que se entregan a la acuciante necesidad
de la procreación nos hacen conocer particularmente su benigna influencia. La
primavera y el otoño son, por consiguiente, las estaciones que debe usted
elegir para este trabajo; pero sobre todo, es preferible la primavera.…”
“También
es necesario que el cielo esté limpio y que no haya viento en absoluto; tan
solo el frescor agitado de la noche, pues sin esto no se obtiene más que un
espíritu muy débil e incapaz de actuar”.
“Se
puede comenzar el trabajo tan pronto como el sol se ponga y continuarlo durante
toda la noche; pero hay que parar al amanecer, pues su luz dispersa el espíritu
y no se recoge más que una flema inútil y nociva”.
“1)
No necesitamos para este trabajo ni Alambique, ni Retortas ni mucho menos
Sales, Espíritus ardientes, ácidos o Corrosivos, etc...”
(Continuará)
Albus