De las cualidades de los planetas



Como ya se adelantó en otra entrada, el cosmos medieval era entendido bajo los postulados de filosofía natural aristotélica. Esto implica no solo a las materias aquí en la Tierra, sino también arriba en los cielos. Así, para acercarse a este estudio y enriquecer nuestra apreciación de la filosofía natural, es preciso conocer la visión antigua de la naturaleza de los astros.
A este respecto, la lectura obligada es de Ptolomeo en quien se basa gran parte de la tradición astrológica occidental. Dejaré aquí algunos de los primeros capítulos del Tetrabiblos, su principal obra en el tema (traducción de Blanca Hernández). 

Del poder de los planetas
Es cierto que el Sol tiene la virtud de calentar y de secar moderadamente. Sus efectos se reconocen muy fácilmente, en razón de su grandeza y de sus evidentes mutaciones causadas en las estaciones del año, pues si se encuentra más próximo del cénit, nos da más calor y sequedad. En cuanto a la Luna, se destaca en humedad porque está más próxima a la Tierra y más cerca de los húmedos vapores; se ve, claramente, que afecta a los cuerpos, dando una suavidad seguida de una podredumbre pero, sin embargo, no deja de calentar algo, a causa de la luz que saca del Sol.
Saturno enfría más y seca moderadamente porque es, eso me parece, el más alejado, tanto del calor del Sol, como d los húmedos vapores. El resto de las virtudes, sean de Saturno, sean de otros planetas, pueden establecerse según la variedad de sus relaciones con el Sol y la Luna, pues dependiendo que les afecten más o menos, sus relaciones cambian la constitución del aire.
Júpiter es de una naturaleza templada, porque tiene el centro entre Saturno (refrescante) y Marte (abrasador). Calienta y humedece porque su fuerza de calentar destaca en razón de la esfera colocada por debajo de él, emitiendo vientos que producen la fertilidad.
Venus posee el mismo poder, y su naturaleza templada es parecida a la de Júpiter, pero su acción se produce en sentido inverso, es decir, calienta menos y humedece más que Júpiter, atrayendo a causa de su grandeza, al igual que la Luna, los húmedos vapores de los logares vecinos a la Tierra.
En Marte predomina la virtud de secar, pero quema también como conviene a su color de fuego y a la proximidad que tiene con el Sol, cuyo orbe está debajo del suyo.
En cuanto a Mercurio, su virtud es secar y humedecer por igual: unas veces seca las humedades, ya que se aleja muy poco del Sol, y otras humedece, porque es vecino de la Luna, que está más próxima a la Tierra; pero haga una cosa u otra, está sujeto a causar cambios súbitos, inducidos por la velocidad de su movimiento tan cercano al Sol. 

El poder de los aspectos con el sol
Ahora en razón a las posiciones que tienen con el Sol, la Luna, Saturno, Júpiter y Marte, sus poderes aumentarán o disminuirán.
La Luna, desde su conjunción hasta su primer cuarto, produce más humedad. De allí, hasta su pleno (Luna llena), da calor. Del lleno a su último cuarto da sequedad, y del último cuarto hasta su ocultación (Luna nueva) da frío.
Por otra parte, cuando los planetas están orientales, después de elevarse en la mañana hasta su primera estación, humedecen más*. Desde su primera estación hasta que se elevan al comienzo de la noche son más calientes. Poco después de su elevación nocturna, hasta su segunda estación, secan más, así como refrescan más desde su segunda estación hasta que se esconden por la aproximación del Sol.
Ahora bien, es evidente que estos planetas, estando mezclados, causan, en este aire que nos envuelve, un gran cambio de cualidades según el influjo que cada planeta presenta en la configuración astral. 

Planetas benéficos y maléficos
Los planetas son así debido a las cuatro cualidades que poseen; dos son fecundas y activas: el calor y la humedad (de ellas todas las cosas nacen y se fortalecen). Y las otras dos, al contrario, son perniciosas y pasivas: el frío y la sequedad (por las cuales todas las cosas se destruyen y perecen).
Los antiguos nos han enseñado que hay dos planetas benéficos, Júpiter y Venus (e incluían a la Luna), en razón de su naturaleza templada, porque el calor y la humedad predominan en ellos, y consideraban a Saturno y a Marte maléficos, a causa de la virtud contraria: uno refresca excesivamente y el otro seca. Al Sol y a Mercurio, por su naturaleza común, les han atribuido los dos poderes, y creían que sus influencias dependían de otros planetas, con los cuales estaban relacionados. 

*Es decir, cuando se levantan precediendo al Sol, y de ahí hasta el momento en que inician su primer periodo de retrogradación.