Los
sabios nos han indicado siempre que el Espíritu Universal puede manifestarse en
forma de nitro, nuestro nitro celestial.
En Fulcanelli y en Von Bernus, para
nombrar algunos entre otros tantos alquimistas, siempre se hace hincapié en la sal.
Con más o menos detalles, nos indican que la sal atrapa dentro de sí la luz cuando
cristaliza. Y el significado que oculta esa X en su configuración vista al
microscopio.
Y si tenemos en cuenta que la luz es en
sentido alquímico una forma de vehículo del Alma del Mundo, o quizás la primer
materia misma, como atestiguan las Santas Escrituras en el Génesis, podemos
llegar a relacionar todo de una manera interesante y concluir que la sal puede
servir como imán para atrapar la tan deseada materia de los sabios.
¿Cómo hacerlo? Se preguntaran muchos. No
hay una “receta” sincera y precisa de ello, pero si traemos a colación que el
rocío o el agua de lluvia son capaces de trasportar el Spiritus Mundi, podemos
pensar que disolviendo y cristalizando suavemente, y de manera reiterada, una
cantidad de sal, tal como el nitro vulgar, por ejemplo, pueda ayudar que ese volátil
se coagule pacientemente. (Dando por presupuesto que también es necesaria la
participación de la exposición a la luz lunar en las fases lunares
correspondientes).
Adjunto un par de fotos, porque me llama
la atención es que de ser una solución clara, un poco blanquecina al principio,
en el transcurrir del proceso ha tomado un color dorado...
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