Tales de Mileto pensaban
hace dos milenios y medio que el Arché
(arch),
el elemento primordial del cual derivaban todas las cosas materiales, se
encontraba en el Agua. AnaxÃmenes
creÃa que se encontraba en el Aire, más concretamente una forma de Aire húmedo
o fluido, parecido a una niebla poco densa. Heráclito creà que se
trataba del fuego. Después llegó Empédocles y afirmó que el
origen dependÃa de los tres anteriores juntos más la Tierra, tesis que retomó Aristóteles y que, a
partir de éste, se extendió universalmente. Hay personajes en medio de la
historia, pero la lÃnea más o menos es esa.
“… debemos
distinguir cuáles son las diferencias y contrariedades primarias de los cuerpos
tangibles mismos. Las contrariedades correspondientes al contacto son las
siguientes: caliente-frÃo, seco-húmedo, pesado liviano, duro-blando,
viscoso-desmenuzable, áspero-liso, grueso-fino.
De
estas parejas, pesado y liviano no son ni activos ni pasivos, pues ellos no
deben su nombre al hecho de actuar sobre otra cosa o de padecer por agencia de
ella. Pero es necesario que los elementos sean recÃprocamente activos y
pasivos, pues se combinan y transforman unos en otros.
En
cambio, caliente y frÃo, y seco y húmedo, deben su nombre a que son, los unos
activos y los otros pasivos. «Caliente» es aquello que asocia cosas del mismo género
(pues «disociar», función que adjudican al fuego, es asociar cosas de una misma
familia, porque concurrentemente se opera la destrucción de las cosas
extrañas); y «frÃo» es lo que reúne y asocia, por igual, tanto cosas del mismo
género como de distinta familia. Y «húmedo» es lo indeterminado en su propio
lÃmite, pero fácilmente delimitable; mientras que «seco» es lo fácilmente
delimitable por su propio lÃmite, pero que difÃcilmente adopta uno impuesto.
De
estos últimos derivan lo fino y lo grueso, lo viscoso y lo desmenuzable, lo
duro y lo blando y el resto de las diferencias tangibles”.
En
el capÃtulo tercero lo siguiente:
“Las
cualidades elementales son cuatro, y las parejas resultantes de la combinación
de cuatro términos son seis; sin embargo, los contrarios por naturaleza no
pueden acoplarse (porque es imposible que la misma cosa sea caliente y frÃa, o húmeda
y seca). Es evidente, entonces, que las parejas de cualidades elementales serán
cuatro: caliente y seco, húmedo y caliente, y luego frÃo y seco, y frÃo y húmedo.
Se atribuyen según un orden lógico a los cuerpos de apariencia simple: fuego,
aire, agua y tierra.
En
efecto, el fuego es caliente y seco, el aire caliente y húmedo (pues el aire es
casi un vapor), el agua frÃa y húmeda, la tierra frÃa y seca, con lo cual las
diferencias se distribuyen racionalmente entre los cuerpos primarios y su número
responde a un orden lógico”.
Eso,
más o menos, fue la base de la filosofÃa natural de occidente durante milenio y
medio. Sobre dicha base está asentada la comprensión fÃsica de las ciencias y
sÃ, las ciencias herméticas también. Desde nuestra perspectiva moderna suena risible,
pero su sentido real es amplio y rico.
Dejaré esta entrada aquÃ, pues servirá
para muchas otras entregas posteriores.